Éste blog es el único lugar donde puedo expresarme libremente sin sentir que alguien me juzga. Digo lo que pienso y lo que siento, todo el tiempo, para liberarme y no enloquecer. En algún lugar del mundo se que hay personas a las que les pasa lo mismo que a mí, y eso está bueno. No estamos solos.

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2.07.2013

Mi vieja es lo más grande que hay.

Hace mucho no escribo acá, y en realidad, ya nadie entra. Así que solo voy a hacer ésta entrada para mí, porque quiero desahogarme y porque necesito darme un par de cachetazos. 
Ayer mi mamá me confesó algo que me partió el alma. 

Durante mucho tiempo estuve mal, como ya mencioné bocha de veces. Sufrí mucho, la pasé terriblemente mal. No le echo la culpa a nadie más que a mí y a la manera en que hice las cosas. Por supuesto que hubo factores ajenos que no estaban bajo mi control, pero es cierto que no supe bien como manejar todo, me superó y decaí horriblemente. Y mi vieja me vio así, me vio sufrir, me vio llorar, me vio pasar noches y noches quejándome, ahogando gritos silenciosos en la almohada, desesperada porque no sabía cómo ayudarme. Y en realidad nadie sabía, porque nadie podía. Estaba en mí nada más. Y eso era insoportable. Quizás un martes a la tarde estaba de diez, y de repente me iba a mi cuarto a llorar, a gritar, y a preguntarle a cuanto santo se me ocurriese por qué todo tenía que salirme tan mal. Porque llegó un punto - y no es por victimizarme - que mientras mejor quería hacer las cosas, peor salían. Me pasó cientos de veces de estar por salir, ir a un cumpleaños, ir a comer, o lo que sea, y media hora antes, ponerme a llorar, y no salir. Enojarme y pensar "¿Qué carajo voy a estar haciendo yo ahí?" "Me invitaron porque estaba cuando hicieron los planes" "¿Qué voy a hacer? ¿Quedarme en un rincón mientras todos hablan de cosas que no entiendo y nunca voy a entender porque no pertenezco?". Como dije, así fue por mucho tiempo, más del que necesitaba para "aprender a levantarme" y demás boludeces que la gente dice. 

Y un día, después de tanto rogarle a la vida, a Dios, a Buda, y todos ellos, todo empezó a mejorar. Y las cosas empezaron a ser menos tediosas, y empecé a levantarme con ganas, e increíblemente, volví a reírme a carcajadas y a creer que, después de todo, es cierto que todo pasa. 
A principio de año fue mi cumpleaños, y sinceramente, no quería que llegara. Desde Agosto más o menos venía pensando en las posibilidades que había de pasar mi cumpleaños en cualquier lado, en la costa, en un campo, en la Luna o Marte, daba igual; cualquier lugar parecía mejor opción que mi casa, rodeada de gente a la que veo una vez cada ocho meses, como (sin ofender) sucedió en mi anterior cumpleaños. Como dije, las cosas de a poco empezaron a mejorar, hasta que me encontré ansiosa porque mi cumpleaños llegara. ¿Yo? ¿Ansiosa? Si, era imposible de creer. Pero lo estaba, lo estaba porque había empezado a sentirme feliz otra vez.
Y llegó mi cumpleaños, mi mamá nos atendió (como hace desde que tengo uso de razón), comimos, nos reímos, nos planchamos el pelo, hicimos cosas de chicas, y nos fuimos. Pero antes de irme, la abracé a mi mamá y le dije que fue el mejor cumpleaños de mi vida. No por el hecho de que los demás hayan sido malos o peores, si no porque fue más de lo que había esperado para mi vida en muchos meses. Se que suena EXAGERADISIMO, pero les juro que no creí que iba a salir de ese pseudo pozo depresivo en el que estaba. Y me fui, salí con mis amigas y fui feliz.

Ahora viene la parte en la que cuento que mi mamá se está quedando ciega. No sé cómo se me ocurre escribir esto en el trabajo cuando se que no voy a poder contener las lágrimas. En fin, ella se está quedando ciega. De a poco, y es horrible. No puedo ni imaginarme lo que sería que alguien me diga que no sólo me estoy quedando ciega si no que jamás voy a recuperar la visión. Es horrible vivirlo así, no puedo ni pensar estar en el lugar de mi mamá.

Ayer me mandé una cagada, como hace rato no lo hacía, y entre llantos, me dijo que esas noches que yo me pasaba llorando por ser tan infeliz, ella le pedía a Dios y a la vida, que por favor yo fuese feliz otra vez. Que nunca más iba a volver a pedir por su salud si yo volvía a sonreír y a amar la vida como lo hice siempre. Y que después de mi cumpleaños, cuando le dije que había sido feliz como hace rato no lo era, esa noche le agradeció a Dios mi felicidad, y le dijo que dejara sus ojos como estaban, porque ella era feliz si yo también lo era.

La amo incondicionalmente, y se que no hay ser humano que pueda amarme tanto como ella lo hace. No sé a quién tengo que pedirle que por favor la ayude a volver a ver. A Dios, a la vida, a cualquier ser supremo que maneje estas cosas.
Prometer que no me molestaría volver a ese bajón solo porque ella volviese a ver, es entrar en un ida y vuelta que no tiene mucho sentido, pero sin dudas resignaría todo lo que me está haciendo feliz ahora solo porque ella pudiese ser feliz y ver otra vez.

En fin, dale Dios, copate. Deja de darle inteligencia a la gente para que cree bombas atómicas y devolvele la visión a mi mamá.